miércoles, 20 de abril de 2011

Intervalos metereológicos.

Tarde, como cuando quise volver al parque y no a las horas que vuelvo a casa. Siempre es fácil escuchar que los años de perder el tiempo se acabaron, pero difícil decirlo y más aún, creerlo.
El futuro lo vivo al día, normal que haya tantas discusiones en casa por las mentes pensantes diferentes, dígase mi madre y yo. Suena hasta normal nombrar a la madre que me parió literalmente y no a mi padre literal, pero lo duro esta detrás. No nombrarlo ni contar con él, viviendo bajo el mismo techo, (tampoco le culpo, tiene sus "motivos" , pero se salen del tema).
Así me crié y es lo que me queda.
Lo que nos queda es lo que viene, más cumpleaños, más veranos, menos horas al día, más despedidas. Lo que nos aguarda ni siquiera es lo que tenemos, porque ayer mi madre estuvo tirando recuerdos del primer cajón de mi mesa de noche. No todo está en las neuronas.
Sin comerlo ni beberlo, a veces hoy puede ser tarde. Como cuando planeaba el siguiente viaje con mi abuelo y empecé a perderlo a los dos días.