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miércoles, 28 de diciembre de 2011

Pretérito pasado. 2008.

Lo que nos unió, acabó separándonos. Conectamos con un par de miradas, que provocaban un concepto abstracto al sentido. Compartimos interjecciones, preguntas, respuestas, silencios, a veces a kilómetros, otras tan cerca que teníamos que cerrar los ojos. La distancia nos mataba y las horas juntos eran domingos para la iglesia (temática que ni comparto ni respeto).
Los problemas se solucionaban con unos verbos y afirmaciones, y unas sonrisas claro, hasta que haces de lo imposible una cuestión. Los problemas tienen solución, pero si expones al deceso como uno, por ejemplo, tiras muy alto, y el resultado sera como lanzar la red de pesca a la orilla del mar, una orilla de una playa desierta.
El tiempo daba tiempo, mientras jugabas a la ruleta, yo jugaba a las tragaperras, personificado según hablando tú y yo. 
Encontré la solución al problema insolvente. Esto no era un problema, sólo otro caso personal donde se mezcló el amor con el trabajo. Un breve contacto físico, un adverbio de negación, un verbo que vive en los extremos, y una perífrasis, fue lo último que salió de mí, verbalmente. No todo son palabras. Somos parecidos a los peces, pues se desahogan en un mar, mar que llevan dentro. Hoy en día me desprendo de cualquier sujeto que transmita algun mínimo sentido que llegue a reconocer.
No estimes algo equivocado, ya no te conozco, simple y llanamente, nací como un malcriado, con malas ideas en el fondo. Eso viene de familia.

Futuro perfecto. 2008.

Las palabras se adhieren al papel y a los sentidos como la sonrisa a los labios. Las personas se separan como el polen de las flores. Llega la época, se olfatea en el aire.
Comienza el momento de que la abeja regrese a la flor, de que retorne a la dulzura que siempre sacó de ella, y que siempre le ofreció. La flor alejada de los jardines, sola en un paraje; así lo quisieron los pétalos y así lo quiso la abeja.

Tarde. 2009.

Tarde, como cuando quise volver al parque y no a las horas que vuelvo a casa. Siempre es fácil escuchar que los años de perder el tiempo se acabaron, pero difícil decirlo y más aún, creerlo.
El futuro lo vivo al día, normal que haya tantas discusiones en casa por las mentes pensantes diferentes, dígase mi madre y yo. Suena hasta normal nombrar a la madre que me parió literalmente y no a mi padre literal, pero lo duro esta detrás. No nombrarlo ni contar con él, viviendo bajo el mismo techo (tampoco le culpo, tiene sus “motivos” , pero se salen del tema). Así me crié y es lo que me queda.
Lo que nos queda es lo que viene, más cumpleaños, más veranos, menos horas al día, más despedidas. Lo que nos aguarda ni siquiera es lo que tenemos, porque ayer mi madre estuvo tirando recuerdos del primer cajón de mi mesa de noche. No todo está en las neuronas.
Sin comerlo ni beberlo, a veces hoy puede ser tarde. Como cuando planeaba el siguiente viaje con mi abuelo y empecé a perderlo a los dos días.

Conmoción forastera. 2008.

Apoyado en la ventana, con parte de la cabeza al exterior respaldada por los brazos.
La lluvia incide sobre mis partes alcanzables, extendiéndose camino abajo. También me alcanza la que salpica en el marco de la persiana, pero no quiero dejar de hacer lo que estoy haciendo. Observar humildemente la lluvia, darme cuenta de que, la nostalgia es la peor enfermedad psicológica pasiva, a largo plazo, para seres que viven desde el interior y no reflejan toda la viveza en sus ojos.
Sensibles, la debilidad humana, algunos lo llamarían así, pero no es nada de eso, es algo que va más allá de lo totalmente impuesto y concebido con los años en la sociedad. Es lo que esta detrás de lo único que nos damos cuenta.
Ésto no es ni el comienzo de lo entendido por las mentes auténticas.
Sigue lloviendo, y lloverá como simbología.

Martes 18, 2008.

Sentado, esperando, aunque no hace falta nada para hacerlo. El tiempo es momento de espera a otra acción. Según el sol es plena tarde. A veces me desespera saber que hora es tan sólo mirándolo, o contemplando la luna. Pero seguro que, el individuo que acaba de pedirme algo de dinero suelto en la parada, no sabe ni a que día estamos. La única calderilla que tengo suelta está en la cabeza, y no se la daría a nadie porque sería como apostar por el trece un martes de estos.
El sol más próximo a los edificio del barrio, la luna alejándose de las montañas donde se esconde, continúo en las mismas coordenadas, pasando el tiempo hasta que algo me haga esperar en otro lado, a no sé qué.
Pedir calderilla en algún momento del día no vendría mal en una vida tan controlada.
Seguro que me olvidaría por completo del calendario, sin tantos preámbulos de la espera, pero debería dedicarme a ello. No serviría como una acción efímera y pasajera que te haga cambiar por la condicional, porque nadie tiene o quiere darme algo de dinero suelto, y son las siete y once de la tarde del mismo día.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Circunvolución en primer plano.

A veces me siento vacío, como el sexo sin amor, o muchas de las mentes con las que tengo que tropezar diariamente. Otras tan saturado, que experimento tener un parque de atracciones en vez de un órgano en el encéfalo, sintiendo que me puedo comparar con Fog, dándole vueltas en cada momento a todo lo que se me cruza.
Haga lo que haga y piense lo que piense, constantemente con mala cara. No puedo cambiarla y no es porque no sea fácil (que tampoco lo es), simplemente me “acuesto” con ella, y lo pongo entre comillas, porque lo hago cuando mis progenitores se están levantando y serían los más beneficiados si fuese cierto que dios ayuda.
Es difícil hacer la mínima interpretación sobre lo que dice una persona, con lo que está sintiendo. Pero si digo que en los peores momentos, los estados de ánimos son similares al cielo con las nubes, se entiende mejor, porque todos lo sentimos.
Sin propósito, abro la ventana, fumo, recuerdo y me hago daño con mi drama favorito. Siendo claros, me hacía, porque esa atracción hace tiempo se trasladó a otro parque.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Periodos.

Dicen que el tiempo lo expresa todo, pero si no hablas por él, los días son igual de efímeros y semejantes. Igual que también cura, pero lo único que hace, es envejecer.
Mi madre me sigue aconsejando todos los días y yo sigo haciendo lo que creo conveniente, esa es la moraleja de tropezar y volver a escuchar. Sabe que sigo pasando las noches con los ojos abiertos, igual que la ventana, flotando con las ideas. Sabe que veo el amanecer, aunque las vistas no sean las mejores, pero la importancia no reside en verlo, sino en estar ahí en el momento exacto. Podría contar lo que me falta y mis carencias, pero el sol sale todos los días; quiero decir, que hoy me sigo levantando sin simpatía y mañana, no cambiarán las cosas.
Así que aquí sigo con mis treces y mis noches, andando deprisa cuando se avecinan problemas. No es que quiero evitarlos, es que los corto de raíz y entonces, el terreno se desestabiliza.
Voy a hablar por el tiempo y diré que mañana, no desayunaré, estaré nostálgico, comparándome con el sol cuando se lo come el mar, allá en el horizonte.
Igual de efímeros y semejantes.

sábado, 23 de julio de 2011

Principios.

Subir por Juan Rodríguez Santos hasta el número treinta y uno. Veo que la gente de mi calle no ha cambiado; desmejorados física y psicológicamente, pero los veo igual. Algunos se han ido, como José, el dueño del bar de enfrente, al que seguimos llamando “el bar de José” (ahora trabaja su hermana y su marido, de mismo nombre, así que, no hay mucha diferencia).
No es necesario guardar cicatrices para olvidar golpes. Algo con lo que crecimos, aparte de la humildad, es que, hay un punto en nuestra vida, que la suerte y la sangre está en las manos. Yo he pasado por esos dos puntos. Nada como la humildad de sobrevivir sin darte cuenta, porque el uso de razón a tan corta edad es tan inverosímil como las vidas de un gato o la ideología monoteísta que os ciega a todos.
Mis padres trabajaron duro para poder darme lo que hacia falta a mi edad, mientras me cuidaba mi tía segunda, o por lo menos lo intentaba. Levantaron una familia, pese a que el último día Tauro no fuese una alegría, nada esperado.
Hoy recuerdo pocos momentos buenos, pero me llenan de ternura los malos que veo en fotos. Supongo que yo tampoco he cambiado, creciendo con ésto dentro, porque sigo desconfiando como las palomas del parque.

martes, 19 de julio de 2011

Mudanza.

O te pasas la vida buscando “respuestas” a preguntas e incógnitas de la vida, o elementalmente la disfrutas, a los extremos de la coexistencia, aunque no sepas porqué respiras.
Aprendí a transformar las carencias infantiles en inspiración y autoestima, y no tener que pagar para contarlos, como los cuento yo ahora. ¡Cómo se desconocen los problemas cuando se desconoce la persona!, pero un consejo, para que lo comprendan mejor, es que, interpretes lo que digo como algo malo y no como un reto, tanto los problemas a los seis como la falta amor. Amor de familia, no de romances tontos, como esas fechas de romances en paredes cuales no siguen juntos.
Sufrir a la madrugada, encender y exhalar por la ventana. Reunir propinas para movilizar el coche y para tabaco, porque tengo que matar el stress. Poco cambian las noches, el sueño ni rastro, pues éstas todavia me aplastan. No sé a qué llamar cambio, desde luego a mí no, porque el humo y el amor de ayer siguen sin rentarme.

domingo, 22 de mayo de 2011

Cadena alimenticia.

Todo se acaba señores. Tenía razón Darwin con su teoría de la evolución.
Como dice mi progenitora todos los días, “del cielo no baja nada”, y cierto es, porque tampoco baja nada sin esfuerzo, fuera ni dentro de mí.
Ahí queda eso.

lunes, 9 de mayo de 2011

Habilidades mentales.

La hora del móvil marca las cinco en punto de la tarde. Dos minutos más que la hora del transporte público, por el contrarreloj y todo eso. El reloj del coche indica las cinco y diez minutos. Diferencia notable. Quizás está más adelantado para no meter prisas en la carretera. Sería un buen método de atención al tráfico, pensadlo, porque gracias a ello, hoy he llegado a clase más temprano de lo normal.
Ahora es cuando los minutos se hacen eternos al sol y al frío, en estos momentos de ausencia, de fuera de cobertura. Quizás sea yo sólo. quizás no. Quizás, probablemente, tal vez… maldita la hora en que descubrieron el gris. Desde entonces todo tiene que cambiar, a todo le influye la posibilidad de transformar su esencia sólo porque se puede hacer. Gracias al término medio, han caído literales los términos en general. Ha roto la firmeza ideal de cualquier insólito ser, para crear dudas, y barajar, como un juego de naipes, cartas de mismo palo y valor numérico. Superfluo.
Os diré la verdad, estaba observando las matriculas de los coches visibles, y las neuronas como independientes y responsables que son, hacen todo mi trabajo mental, hasta el que no deberían de hacer. ¿Cómo llegué a liarme con el gris y su extrapolación a la oscilación personal?, no lo entiendo, pero, lo poco que sé es que, los minutos si se hicieron eternos porque son las cinco y tres y las cinco y trece minutos, respectivamente.
Escasos minutos faltan para que comiencen las susodichas, mientras, entro en el campus a esperar sentado en el banco mas cercano de la puerta principal. Sé lo que toca ahora, sacar un cigarrillo y mato dos pájaros de un tiro; a mí y el tiempo.

jueves, 5 de mayo de 2011

24/7.

Difícil decir algo nuevo cuando la vida visual y emocionalmente no cambia. Algunos dicen que es por orgullo, que me sobra, otros, por pocas luces. Cuando aprenderán que es por amor a lo que vivo y hago, inútiles. Cada día es mayor el sacrificio y menor la recompensa, pero es personal, así que no me quejo, aunque pudiese, por mí y por el resto.
Maniquíes vacíos que no les entra oxigeno, y si les entra es prehistórico. Os va a ser falta mucha suerte para cambiar de concepto.
No pienso en ser bueno, ni mejorar, nada que ver, aunque no deje de pensarlo. Toda superación artificial es secundaria. Poner condiciones al amor, parece mentira maniquíes, (tópico pero imposible) sería como cambiar el pasado. Ignorantes.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Tentempié anual.

Veinte el veinte. Nunca había pensado en escribir sobre algo tan efímero, a parte del hecho de escribir, que se pierden las palabras con las horas, como un zumo de naranja las vitaminas. ¿Cuenta atrás?, todo lo contrario, a contrarreloj. No me paro a reflexionar en lo que queda, más bien en lo que viene, que será peor. Noches más cortas, años mas rápidos. Lo de “que la vida son dos días” pero trágicos.
Números, lo dicen y lo quitan todo. Sobretodo quitan. Mi plaza de garaje es la doscientos nueve, no sé si querrá decir algo. Conté los pasos desde la entrada hasta el coche y rondan los ciento cuarenta. Nada que ver.
Me crié entre el número treinta y uno de Juan Santos y el trece de San Isidro, mayormente en el trece, toda la infancia, menos mal que no creo en la numerología.
Podría estar hablando de todas las clases y claves de números que he visto y vivido en mi vida, pero eso no tiene peso alguno, sólo las unidades físicas, de las que dependemos, valen la pena.
Cantidad, ahí si que nos jugamos el pellejo. Pobre de mis números. Mis números son de sangre, no por la unión familiar ni poder vitalicio, sino por el color intenso. Mis números son rojos.

Las prisas no traen nada bueno, algo me falta.

sábado, 30 de abril de 2011

Perfil.

A la luz de la luna, como quien vuelve de trabajar o regresa de fiesta. El tiempo aminora. Los minutos dan la vuelta al mundo, pasan tan rápido, que por eso inventaron las horas, pero, cada vez que ojeo el reloj ha pasado una eternidad.
La psicóloga me dijo que si no quería tomar pastillas, (se rió cuando le dije otras cosas que tomaba) pues, que llevase una vida sana. Una vida sana dice, como si tuviera colesterol o la tensión alta. A los meses me dijo que tenía que tomar medicamentos, pero ya lo sabía. No repetí ninguna sesión porque nuestros puntos se habían separado y finalizado.
Lo bueno de todo esto es la afición que cogí de pequeño a la lectura, desembocando irremediablemente en la escritura. lo malo, es que un mal día, era al igual, una gran mala noche.
¿A qué daría las gracias?, pronto para decirlo, pero me quedaría con la infelicidad. Admitámoslo, quien lo entienda, si hubiese sido mas feliz no estaría ahora escribiendo y buscando algún remedio.

martes, 26 de abril de 2011

Secretaria subvencionada.

Hacia tiempo, diría casi un año, por unos días, que no miraba el móvil con tanta curiosidad. Sólo cambio el tono del susodicho cuando lo renuevo, dígase cuando lo pierdo, como en verano o el mítico fin de año. A pesar de retumbar la misma tabarra de sonido, sentí en el aire, en mí, la exclusiva e individual singularidad del remitente. Tanto realce por una llamada tecnológica me parece hasta excesivo, pero cuando le ponemos cara a las señales y a las ondas, todo nos puede.
Maldita sea el momento en que solté el libro y cogí la rata vibrante. Parecía una videollamada, como las que me he imaginado con mi madre cuando alguno de los dos viva lejos de aquí, o los dos vivamos lejos. Patético, me puse hasta nervioso, no podía mirarla a la cara, ni a los ojos, esos ojos de los que tanto hablé, que tanto escribí.
Teníamos contacto, pero no para que me llamase (contadas veces) a no sé qué hora, y a contarme no sé qué cosa, que no pintaba nada bien.
Acabe por colgarle, y rebobine los pasos. Solté la cucaracha, retome el libro por la página que iba y volví a tirarme en la cama, como a quien le dan un masaje. De repente estaba en otro lado, al sol y con gente. Ahí me di cuenta de que el sueño había perdido la conexión, y al rato me desperté (ya sabéis como son mis noches). Para una madrugada que me adormecí tan rápido y me entran esos pájaros en la cabeza.
Que listo es el subconsciente, gracias, como si me hubiese olvidado de algún aniversario. No hacia falta recordármelo, que de la vida y de sus hazañas me acuerdo sólo.
Un gran amigo, opuesto en este sentido (en casi todos los sentidos), me dice que todavía tengo algo que compartir con ella, y cosas así, románticas y empalagosas. Sólo una vez le dije, y sólo una vez estuvimos de acuerdo en que, no es que la quiera, es que el segundo amor no se olvida. Respondió rápido la duda de el porqué el segundo, y le dije que el primero, es la madre que nos cuida, o nos cuidaba.
Faltan un par de días aproximadamente, para ser casi exactos. Todavía cae alguna señal más, como que me quieran regalar un gato. Ahora, estoy buscando por la red como desarrollar la inteligencia, para que me avise de los exámenes y de las citas al médico también, que siempre he sido alguien despistado. Felicidades.

lunes, 25 de abril de 2011

Purificación intrínseca.

Vale, es verdad, el gran porcentaje de sujetos que nos quejamos hipocondríacamente de “nuestras vidas” (no es nuestro ni el nombre) seriamos el sueño, si no desconociesen fuera de sus fronteras, de quien realmente no vive.
Conozco una señora cuarentona, que se cree todavía universitaria (la Sra. Corte inglés la llamo yo, y mi madre) que rondó el año y medio de baja por stress. Según ella tenía un severo problema, codificado entre palabreos, y es que un compañero de trabajo se aplicaba más por la empresa y en los métodos. Vamos, que a fin de cuentas, trabajaba más sin que le dijesen nada, lo que es responsabilidad. Para mi que el único “problema” que tuvo, siendo tan tiquismiquis y creyendo ser descendiente de la sangre real, es que no le gustaba la ropa de temporada. No iba mal encaminado yo.
Acabaron por cambiarla de oficina, y se le quitó toda la etapa menopáusica por la que pasó. Ahora se creía la jefa de todos los metros cúbicos donde ejercía, contando hasta la sala de dirección. Valla problema, por favor, es un hándicap social la convivencia, pero social.
A veces me pregunto como llamarán los altos cargos a los países no pobres, ni tercer mundistas, que sólo hay uno que habitemos, ni subdesarrollados, sino, a los desgraciados totalmente e ignorados, como las tierras más cercanas.
Si la convivencia vecinal puede ser un problema, o no encontrar parking en la ciudad (cierto que a veces es agobiante), morir por desnutrición tiene que ser una enfermedad sin cura y contagiosa, como la que han desarrollado en gran proceso hace unos años con nombre de población humana abandonada, que sabemos cual es, pero no nombro por respeto a mis más cercanas compañías.
La ignorancia, eso si que no tiene cura, y se contagia por el aire. Avisados estáis de comunicaros con los infectados, acabaréis sin ver lo que hay delante y amargados por madrugar, no tener un móvil de última generación o por quitar vuestra serie favorita de la televisión. Desagradecidos.

viernes, 22 de abril de 2011

En "última" persona.

A, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k… Un sinfín de vocablos a enlazar para acabar escuchando lo mismo. Que si no te acuestes tarde, que si estudia hijo, que si esto, que si lo otro. No quiero entrar en detalles de cada persona, ni jerarquizar la cultura de cada una, pero, más de uno podría sorprender y más de dos, seguro, no saben lo que dicen.
Enfermo me ponen los tonos de voz polifónicos y las frases hechas de tómbola, por favor, esas miradas “románticas de enamorados” acompañadas de esas sílabas tan coquetas escuchadas de otros sujetos, son del mínimo grado de exploración interior. No, yo tampoco me conozco por dentro, y las radiografías que he visto, tampoco dicen mucho, pero que voy a decir entre líneas para que alguien así pueda entenderlo. Nada.
Empiezo direccionado el tema hacia lo que pone, claramente (entre líneas, que irónico), y se tuerce semánticamente al amor. A veces entiendo a los poetas de antaño que sólo hablaban de él.
Será que es cierto, el amor está en el aire, pero yo no me enamoré del CO2
.

miércoles, 20 de abril de 2011

Intervalos metereológicos.

Tarde, como cuando quise volver al parque y no a las horas que vuelvo a casa. Siempre es fácil escuchar que los años de perder el tiempo se acabaron, pero difícil decirlo y más aún, creerlo.
El futuro lo vivo al día, normal que haya tantas discusiones en casa por las mentes pensantes diferentes, dígase mi madre y yo. Suena hasta normal nombrar a la madre que me parió literalmente y no a mi padre literal, pero lo duro esta detrás. No nombrarlo ni contar con él, viviendo bajo el mismo techo, (tampoco le culpo, tiene sus "motivos" , pero se salen del tema).
Así me crié y es lo que me queda.
Lo que nos queda es lo que viene, más cumpleaños, más veranos, menos horas al día, más despedidas. Lo que nos aguarda ni siquiera es lo que tenemos, porque ayer mi madre estuvo tirando recuerdos del primer cajón de mi mesa de noche. No todo está en las neuronas.
Sin comerlo ni beberlo, a veces hoy puede ser tarde. Como cuando planeaba el siguiente viaje con mi abuelo y empecé a perderlo a los dos días.

domingo, 10 de abril de 2011

Forzando la máquina.

Encuentros fortuitos, cuando los ojos miran a otro lado y la mente está en Babia como un flan. Suele ser tan inesperado como la lluvia un fin de semana, apenas unos segundos (los encuentros y no la lluvia), pero unos segundos que me dejan blando, nervioso y frágil, como un flan.
La conexión continúa, pese a que la vea menos que una buena acción humana. Sé que algo va a unirnos por naturaleza, aunque acabé separándonos toda esencia no personal.
Para mi que esto es una obsesión, y una paradoja, porque quien no se obsesiona es un conformista y yo me conformo con estar así. Ya llegará el día, lo sé y lo sabes, porque no es la primera vez, pero si es la primera que estar y tener es dentro de mí.
Forzando la máquina, como un reloj, hacia tus números.

martes, 5 de abril de 2011

Ciclo alimentario.

Fin de la etapa. Ahora miro atrás, a todo lo hecho y me parece un momento perdido, pero no me arrepiento de nada. Es un alivio saber que ciertas y claras ideas no me rondarán la cabeza, un alivio para todas las noches que, no dormiré pero si descansaré como un búho. Ojos relajados, como platos.
¿Qué diga un inconveniente?, pues, que para sacar, hay que hurgar y meter en la zona, no es todo tan sencillo como parecen las palabras cambio o evolución, (tampoco es nada de ésto, pero como relación, se entiende).

La diferencia es que ahora tengo una sensación positiva, todo lo contrario al antecedente. Otro inconveniente es que el principio de la etapa primera, la sensación era igual o más que ésta, pero como ley de vida se puede vivir con disgustos fácilmente.
Un horror vacui neuronal en la cabeza, de su cabeza. Fabuloso.

domingo, 3 de abril de 2011

Jerarquía neuronal.

Para que voy a mentir, viví a los extremos, más bien que mal, teniendo en cuenta los años que llevo con ojos en la espalda, lo malo es lo de todo los días.
He pasado noches como búhos , y las paso todavía, a pesar de las súplicas de mi madre naturaleza. Aprendí que acostumbrarse no es cuestión de tiempo, mal cálculo, es tener una vida constante al problema y, disfrazarlo vagamente de solución.
Éste es un problema, transmitir emociones en cada frase, pero las frases van muriendo. Cero conexión entre ellas, como las etapas de la vida, cuando sólo se sobrevive. Todo el palabreo anterior no es la cuestión tampoco, pero es lo único que puede relacionarse en conjunto.
¿Qué si llegué a encontrar mi media naranja?, pues si, pero era amarga hasta la cáscara.

jueves, 10 de marzo de 2011

Medianoche todo el día.

Tube un parón ortográfico y ortofónico cuando no encontraba motivación alguna. Eso nos pasa a todos, artistas o no artistas ( me adhiero a la segunda). Se debe a la superación y nueva búsqueda interior de cada  uno, tan insípido como suena.
Hoy sé que esa mala racha de palabra alguna, de cero expresión, de el parón de medianoche, se debía a que intentaba olvidar el amor. Grave problema cuando te inspiras en sus cercanías.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Conmoción forastera.

Apoyado en la ventana con parte de la cabeza al exterior, respaldada por los brazos. La lluvia incide sobre mis partes alcanzables extendiéndose camino abajo. También alcanza la que salpica en el marco de la persiana, pero no quiero dejar de hacer lo que estoy haciendo. Observar humildemente la lluvia, darme cuenta de que la nostalgia es la peor enfermedad psicológica pasiva (a largo plazo), para seres que viven desde el interior y no reflejan toda la viveza en sus ojos.
Sensibles, la debilidad humana, algunos lo llamarían así, pero no es nada de eso. Es algo que va más allá de lo totalmente impuesto y concebido con los años en la sociedad. Es lo que esta detrás de lo único que nos damos cuenta.
Ésto no es ni el comienzo de lo entendido por las mentes auténticas.
Sigue lloviendo. Y lloverá como simbología.

viernes, 21 de enero de 2011

Raiz cuadrada.

Siempre he escuchado/me han dicho, que los problemas no se pueden ignorar, hay que resolverlos cueste lo que cueste, como en las películas, que hay soluciones para todo. Quien los deje pasar es porque tiene miedo a la afrontación social y consigo mismo, los que realmente son cobardes. Los inconvenientes a largo plazo nos acaban dominando como en el futuro, las futuras tecnologías.
Nosotros morimos por naturaleza, y las acciones cesarán con igual fin. Puedes enterrar los disgustos con facilidad que a nosotros nos terminarán limpiando los huesos los gusanos. O eso hacen en las películas.
Quizá sea por eso que no me atrae el mundo del cine, y no le de importancia a la relación de problemas hoy en día, que sólo son montajes, como en la pantalla.

lunes, 17 de enero de 2011

Interior.

Mi padre ya no sabe sobre que quejarse. Lleva unos días alegando que los abrigos que tiene le durarán para toda la existencia, que no vivirá tanto para deteriorarlos y cosas así. No habla de otra cosa, lo mete en toda (que son pocas) conversación posible. Menos mal que lo dice con humor, pero yo sé que está sufriendo por dentro, siente que se está muriendo.
Mi madre no le hace caso, como ha hecho siempre, y es que ella es como la “Madre Naturaleza”, siempre siembra el caos en las zonas más pobres y débiles.
Yo mientras tanto, cuando llega la noche, descorcho otra botella de sidra o champán por la ventana, (manía que tengo) y paso otra noche en vela, muriendo también poco a poco en dicha franja horaria, como si la ausencia de luz natural minimizase la vitalidad. Pero sé que no es eso, es algo interno.

domingo, 16 de enero de 2011

Tres, seis, cinco.

Tres de la mañana, quizás cuatro, no miré la hora. Solté el último libro que me hacia compañía todas las noches, apagué el flexo y radicalmente me puse a contemplar el techo con la poca luz que entraba por la ventana, (siempre está cerrada cuando se habla de temas nocturnos), luz artificial. La persiana unos palmos abierta, con rendijas como barrotes de prisión, pero carece de interés.
Empecé a calar la mirada en la puerta, entreabierta ésta, los muebles, el escritorio, los objetos materiales, y no tan materiales que ocupan todos los espacios habitables por insectos, no verificados hasta hoy. Todas esas siluetas formales parecían la fauna de una selva, siempre lo parecen, incluso sin el polvo,
Me levanté casi con los ojos cerrados, busqué en el último pantalón que me había puesto esa tarde la caja de cigarrillos, el mechero, y lo tiré de vuelta al suelo. Dos cigarrillos, uno de ellos lo cogí como si fuese el desayuno, que no me tomaría más tarde. Con el mismo tiempo que se toma un borracho en llegar de vuelta a casa, encendí el mechero, y éste prendió al cigarrillo casi al estar en la plenitud del contacto, leyes naturales.
Abrí la ventana, para darle vía al humo y huida al oxígeno. Siete farolas alumbraban las calles, algunos coches aparcados a punto de ser robados más de uno, los gatos que cruzaban de jardín en jardín con unos maullidos de espanto, como un recién nacido y poco más. No me levanté con el propósito de observar la nocturnidad del barrio, de hecho no me levanté con ningún propósito, sólo que me costaba dormir.
Todas las noches iguales, pero no monótonas. No debería quejarme.

jueves, 13 de enero de 2011

Anterogradismo pasivo.

Desarrollando la moraleja un poco más de lo previsto, llegué al alineado punto de que…
Ahí me quedé la noche anterior, pensé (es lo que estaba haciendo literalmente) que era una buena reflexión y que no haría falta anotarla, pero cuando me levanté había olvidado la gran comprensión. Continuando con la estructura cambiando casi de forma notable el contenido de lo que por impasible olvidé, me pareció una buena idea escribir sobre…
No lo escribí, lo pensé, era aun más importante que el concepto de la otra noche, me dije fiablemente que no lo iba a olvidar porque era un tema en cuestión peculiar, pero, otra reiterada mañana cuando me levanté no recordaba el punto alineado ni el gran planteamiento sobre el que iba a escribir.
Llevaba dos semanas sin sentarme a ordenar coherentemente la mínima idea, cuando me acostaba hacía lo posible por pensar en lo absurdo, o más complicado, no pensar, estar en vacío y no olvidarme ni recordar lo que podría ser todo lo que falta entre párrafo y párrafo.
Esto también lo pensé en un estado solemne cuando estaba reposando, pero era obvio que no lo iba a olvidar, porque era lo único que recordaba del discurrimiento general.

martes, 11 de enero de 2011

Condicional.

En el exterior hay cuantiosas luces forzadas a extinguirse, pero una de ellas es quien nos ilumina. Pues tú eras algo semejante. La luz llegó a su máximo esplendor, aproximada a la estancia en Marte, aunque el calendario declarase algo contrario. El destello se convirtió en la iluminación de una farola; se avivó para calentar la noche, y por la mañana desvaneció, como caen los párpados. Ahora siempre es de noche, aunque siga sin poder mirar al sol fijamente. Ahora las moléculas vuelven a revolcarse, no se formará otra luz idéntica, negativamente ni parecida, pero donde hay cenizas, indica que alrededor hay cosechas para hacer hogueras.
Mi sombra ya no es la misma, siempre va por los suelos, arrimándose a todas las esquinas. Se esconde de la gente, escucha las voces del gentío, pero nunca levanta la cabeza. Algún día mi sombra me hará sombra cuando encuentre una luz precisa que sepa iluminarme.
Será cuestión de años que el sol brille con mas fuerza, será eso.

lunes, 10 de enero de 2011

Ambiente.

Hace tanto tiempo que no veo un día gris, que me costará reconocerlo cuando lo contemple cara a cara. Cuando digo un día gris, hago referencia a esos reojos de calendario donde los espejos devuelven malas caras, la cama te ata como candado de seguridad, aunque sólo sea por comodidad y no por las ganas de estar atado. Un día de esos, donde el sol hace las maletas y se va de viaje, microviaje, y deja paso a la invasión de la plaga de nubes cual fiesta infantil. Aquí no existen, como mucho, y ya es pedir, un día mal pintado, pero no gris. Los hay rojos, azules, verdes, amarillos, negros, sobretodo negros, pero no el dicho, que se perdió como figuras de hielo entre caminos de cenizas.
A la menor semejanza existente, ahora se le atribuye el mérito y derecho de día gris, épocas donde el sol quema la cara y el frío vive en la nevera, y el agua que cae no diluye ni algunos ligeros problemas como los mosquitos de la ventana.
Gran equivocación ésta, a falta de gris, se le apropia el nombre propio, y la categoría a otro color, otro color con el cual no comparten ni letras similares, sólo algunas horas.
En el tiempo que el ser humano, y no las personas porque ya lo están, se halle en peligro de extinción, dirán que los chimpancés son humanos, como continúen manteniendo algo muerto en lo que creer.

sábado, 8 de enero de 2011

Extracto 1 de "Raices".

Salí a la terraza. Bocadillo en mano y migas en boca, me evadí del local y su sofocante calor, inusual antes de que amanezca el sol, en los últimos días del año. Puesto aquí, bajo la lluvia, me dispuse a saciar la reducida carencia de comida, pues nunca he pasado hambre, mentalmente hablando, siempre he atiborrado mis neuronas, pero es diferente a los condimentos que nos sustentan vivos. Pasar no paso necesidad, pero desgraciadamente hay personas que filtran sus cortas existencias de ese modo, y en el peor de los casos, largas existencias. Apenas circulan coches, pero los pocos que marchan sellan su travesía como el tabaco en los pulmones. Pienso que no lograré concebir lo que es respirar aire. Respirar. Lo único que hacemos es contaminarnos por el aparato respiratorio, porque el aire murió cuando nació la evolución del hombre hacia los escombros.

Extracto 1 de "Confusión".

...Ayer tuve una confusión tremenda con el reloj, embarullado por los diferentes números que señalaban cada uno, y hoy, sabía a que hora estaba aún sin percatarme si era de dia o de noche. Tal vez este mismo dia años atrás, ocurriese algo que recuerde en cada aniversario, aunque no quiera recordarlo. Mi cerebro lo hará por mi. Es como borrar un contacto de la agenda cuando te lo sabes de memoria, acabo insertándolo de nuevo para despejarme la cabeza. Así pues es mejor la enfermedad que el remedio, para saber cuan de perjudicial puede ser ésta, ya que el remedio, se acabará adaptando a nuestro cuerpo como las cucarachas a un nuevo hogar. Si no recordase nada de lo que me ha convertido en corteza de cerdo, no sería tal corteza, mas bien un renacuajo en busca de un charco, para llegar a ser una rana. Un fracaso.
El que quiere algo, algo le cuesta y a mi me cuesta más de lo que quiero últimamente, no se si será mejor que el viento moldee a su manera, o contraponerme a su camino. No me gusta el viento, pero tenemos algo en común, su asociación con la locura, pues mis vientos son los vientos que acompañan a las tormentas de verano, pasan rápido, pero dejan destrozos imperecederos, como si se fundiese el sol, sin vuelta de hoja.
Dispuesto a proponer algo más, la meditación de recordar los no recuerdos, me confunden. Provocan en mi una sensación de pez en una pecera, rodeada de mar, así que para agravar las cosas, es mejor que empeoren solas, así nadie tiene la culpa directamente, porque indirectamente la tenemos todos. En todas las acciones que hagamos o pensemos, sean buenas o sean malas, en algún lugar del sistema solar, repercutirá un futuro.

viernes, 7 de enero de 2011

Extracto de "Sentidos".

Pobre de mis oidos, podrían estar limpios de cera, pero cochambrosos de palabrejas que entran por uno, y salen por la boca, en forma de antipatía. No lo voy hacer, me es ecuánime, (esta palabra la aprendí hace años y esta es la primera ves que le daré un uso ejemplar, pese a que no sea el correcto ni apropiado, pues mi opinión me lleva mas haya de la indiferencia) si no lo hago no moriré mañana, creo que, hay causas como para plagar un cerebro de ellas y si lo hago tampoco viviré más años, lo cual me alegra no tener que existir tanto. Existir, es lo último que se hace en la vida, después de vivir, porque vivir, tanto como vida en sí como palabra, están muy sobrevaloradas, y junto con los prejuicios, están a la orden del día.

Pasos de farolas.

En esos momentos de vigilia, donde la única luz se transmite de un cuerpo no luminiscente, cualquier ruido puede convertirse en una orquesta; el pisar de los pies, el gabinete del ascensor, el televisor del vecino, la puerta del portón, la entrada y salida de molestosos coches, las continuas voces del resto de la gente, que pasan la tarde en el bar de enfrente: Los individuos que no vuelven a sus casas. Quizás estas aceras mugrientas de la falta de limpieza,(algo que es propio en un barrio donde los vecinos tienen un sucio nivel de economía) son, su estancia.

Distracciones exactas.

Entré, y me acomodé de la forma que no me incitaron a hacer, como si fuese el individuo que cargaba con más años a la espalda, pero era todo lo contrario, no obstante si acarreaba otro tipo de años, años con más días de los que vemos pasar. A los cinco minutos en el interior y de intensa y sincera charla desconecté cerebral y audiovisualmente al asunto cuando fijé la mirada en las lustres vistas de la ventana, que no era más que otro par de ventanas del edificio (donde probablemente habría otras personas en mi caso que miraban fuera, ojeando otros interiores de los ventanales y pensarían lo mismo que yo, como pasa en la carretera, en el barrio, el supermercado y otros tantos sitios) y un patio privado para las palomas, pues en ninguna de mis visitas desde la infancia a otras salas con cristalera al patio, había visto siquiera una persona pisar la zona, ni de alguna empresa de mantenimiento para arreglar un casual desperfecto.
Manteniendo al hilo el interés, las losetas del suelo fueron el final de cualquier posible atención a la conversación. Las recontaba una y otra vez figurando las que estaban tapadas por trastos, muebles de oficina y mesas-despacho. Calculaba el número de losetas necesarias de una medida mayor, menor, diferente forma geométrica, y eso que no sé mucho de matemáticas, aunque no estoy seguro si esto es un problema matemático.
Después de una prolongada mañana salí, desconcertado de las horas pasadas dentro. Nada de lo que veía era cierto, nada de lo que sentía era real, excepto la confusión, evocada por la extrapolación a un mundo paralelo de mi percepción.
Así cuando me pregunten sobre el encuentro diré algunas palabras más aparte de no sé y similitudes escasas de contenido, pero estaré satisfecho. Puede salir en el telepronter todo lo que le sea posible, que yo conozco las líneas exactas.