viernes, 21 de enero de 2011

Raiz cuadrada.

Siempre he escuchado/me han dicho, que los problemas no se pueden ignorar, hay que resolverlos cueste lo que cueste, como en las películas, que hay soluciones para todo. Quien los deje pasar es porque tiene miedo a la afrontación social y consigo mismo, los que realmente son cobardes. Los inconvenientes a largo plazo nos acaban dominando como en el futuro, las futuras tecnologías.
Nosotros morimos por naturaleza, y las acciones cesarán con igual fin. Puedes enterrar los disgustos con facilidad que a nosotros nos terminarán limpiando los huesos los gusanos. O eso hacen en las películas.
Quizá sea por eso que no me atrae el mundo del cine, y no le de importancia a la relación de problemas hoy en día, que sólo son montajes, como en la pantalla.

lunes, 17 de enero de 2011

Interior.

Mi padre ya no sabe sobre que quejarse. Lleva unos días alegando que los abrigos que tiene le durarán para toda la existencia, que no vivirá tanto para deteriorarlos y cosas así. No habla de otra cosa, lo mete en toda (que son pocas) conversación posible. Menos mal que lo dice con humor, pero yo sé que está sufriendo por dentro, siente que se está muriendo.
Mi madre no le hace caso, como ha hecho siempre, y es que ella es como la “Madre Naturaleza”, siempre siembra el caos en las zonas más pobres y débiles.
Yo mientras tanto, cuando llega la noche, descorcho otra botella de sidra o champán por la ventana, (manía que tengo) y paso otra noche en vela, muriendo también poco a poco en dicha franja horaria, como si la ausencia de luz natural minimizase la vitalidad. Pero sé que no es eso, es algo interno.

domingo, 16 de enero de 2011

Tres, seis, cinco.

Tres de la mañana, quizás cuatro, no miré la hora. Solté el último libro que me hacia compañía todas las noches, apagué el flexo y radicalmente me puse a contemplar el techo con la poca luz que entraba por la ventana, (siempre está cerrada cuando se habla de temas nocturnos), luz artificial. La persiana unos palmos abierta, con rendijas como barrotes de prisión, pero carece de interés.
Empecé a calar la mirada en la puerta, entreabierta ésta, los muebles, el escritorio, los objetos materiales, y no tan materiales que ocupan todos los espacios habitables por insectos, no verificados hasta hoy. Todas esas siluetas formales parecían la fauna de una selva, siempre lo parecen, incluso sin el polvo,
Me levanté casi con los ojos cerrados, busqué en el último pantalón que me había puesto esa tarde la caja de cigarrillos, el mechero, y lo tiré de vuelta al suelo. Dos cigarrillos, uno de ellos lo cogí como si fuese el desayuno, que no me tomaría más tarde. Con el mismo tiempo que se toma un borracho en llegar de vuelta a casa, encendí el mechero, y éste prendió al cigarrillo casi al estar en la plenitud del contacto, leyes naturales.
Abrí la ventana, para darle vía al humo y huida al oxígeno. Siete farolas alumbraban las calles, algunos coches aparcados a punto de ser robados más de uno, los gatos que cruzaban de jardín en jardín con unos maullidos de espanto, como un recién nacido y poco más. No me levanté con el propósito de observar la nocturnidad del barrio, de hecho no me levanté con ningún propósito, sólo que me costaba dormir.
Todas las noches iguales, pero no monótonas. No debería quejarme.

jueves, 13 de enero de 2011

Anterogradismo pasivo.

Desarrollando la moraleja un poco más de lo previsto, llegué al alineado punto de que…
Ahí me quedé la noche anterior, pensé (es lo que estaba haciendo literalmente) que era una buena reflexión y que no haría falta anotarla, pero cuando me levanté había olvidado la gran comprensión. Continuando con la estructura cambiando casi de forma notable el contenido de lo que por impasible olvidé, me pareció una buena idea escribir sobre…
No lo escribí, lo pensé, era aun más importante que el concepto de la otra noche, me dije fiablemente que no lo iba a olvidar porque era un tema en cuestión peculiar, pero, otra reiterada mañana cuando me levanté no recordaba el punto alineado ni el gran planteamiento sobre el que iba a escribir.
Llevaba dos semanas sin sentarme a ordenar coherentemente la mínima idea, cuando me acostaba hacía lo posible por pensar en lo absurdo, o más complicado, no pensar, estar en vacío y no olvidarme ni recordar lo que podría ser todo lo que falta entre párrafo y párrafo.
Esto también lo pensé en un estado solemne cuando estaba reposando, pero era obvio que no lo iba a olvidar, porque era lo único que recordaba del discurrimiento general.

martes, 11 de enero de 2011

Condicional.

En el exterior hay cuantiosas luces forzadas a extinguirse, pero una de ellas es quien nos ilumina. Pues tú eras algo semejante. La luz llegó a su máximo esplendor, aproximada a la estancia en Marte, aunque el calendario declarase algo contrario. El destello se convirtió en la iluminación de una farola; se avivó para calentar la noche, y por la mañana desvaneció, como caen los párpados. Ahora siempre es de noche, aunque siga sin poder mirar al sol fijamente. Ahora las moléculas vuelven a revolcarse, no se formará otra luz idéntica, negativamente ni parecida, pero donde hay cenizas, indica que alrededor hay cosechas para hacer hogueras.
Mi sombra ya no es la misma, siempre va por los suelos, arrimándose a todas las esquinas. Se esconde de la gente, escucha las voces del gentío, pero nunca levanta la cabeza. Algún día mi sombra me hará sombra cuando encuentre una luz precisa que sepa iluminarme.
Será cuestión de años que el sol brille con mas fuerza, será eso.

lunes, 10 de enero de 2011

Ambiente.

Hace tanto tiempo que no veo un día gris, que me costará reconocerlo cuando lo contemple cara a cara. Cuando digo un día gris, hago referencia a esos reojos de calendario donde los espejos devuelven malas caras, la cama te ata como candado de seguridad, aunque sólo sea por comodidad y no por las ganas de estar atado. Un día de esos, donde el sol hace las maletas y se va de viaje, microviaje, y deja paso a la invasión de la plaga de nubes cual fiesta infantil. Aquí no existen, como mucho, y ya es pedir, un día mal pintado, pero no gris. Los hay rojos, azules, verdes, amarillos, negros, sobretodo negros, pero no el dicho, que se perdió como figuras de hielo entre caminos de cenizas.
A la menor semejanza existente, ahora se le atribuye el mérito y derecho de día gris, épocas donde el sol quema la cara y el frío vive en la nevera, y el agua que cae no diluye ni algunos ligeros problemas como los mosquitos de la ventana.
Gran equivocación ésta, a falta de gris, se le apropia el nombre propio, y la categoría a otro color, otro color con el cual no comparten ni letras similares, sólo algunas horas.
En el tiempo que el ser humano, y no las personas porque ya lo están, se halle en peligro de extinción, dirán que los chimpancés son humanos, como continúen manteniendo algo muerto en lo que creer.

sábado, 8 de enero de 2011

Extracto 1 de "Raices".

Salí a la terraza. Bocadillo en mano y migas en boca, me evadí del local y su sofocante calor, inusual antes de que amanezca el sol, en los últimos días del año. Puesto aquí, bajo la lluvia, me dispuse a saciar la reducida carencia de comida, pues nunca he pasado hambre, mentalmente hablando, siempre he atiborrado mis neuronas, pero es diferente a los condimentos que nos sustentan vivos. Pasar no paso necesidad, pero desgraciadamente hay personas que filtran sus cortas existencias de ese modo, y en el peor de los casos, largas existencias. Apenas circulan coches, pero los pocos que marchan sellan su travesía como el tabaco en los pulmones. Pienso que no lograré concebir lo que es respirar aire. Respirar. Lo único que hacemos es contaminarnos por el aparato respiratorio, porque el aire murió cuando nació la evolución del hombre hacia los escombros.

Extracto 1 de "Confusión".

...Ayer tuve una confusión tremenda con el reloj, embarullado por los diferentes números que señalaban cada uno, y hoy, sabía a que hora estaba aún sin percatarme si era de dia o de noche. Tal vez este mismo dia años atrás, ocurriese algo que recuerde en cada aniversario, aunque no quiera recordarlo. Mi cerebro lo hará por mi. Es como borrar un contacto de la agenda cuando te lo sabes de memoria, acabo insertándolo de nuevo para despejarme la cabeza. Así pues es mejor la enfermedad que el remedio, para saber cuan de perjudicial puede ser ésta, ya que el remedio, se acabará adaptando a nuestro cuerpo como las cucarachas a un nuevo hogar. Si no recordase nada de lo que me ha convertido en corteza de cerdo, no sería tal corteza, mas bien un renacuajo en busca de un charco, para llegar a ser una rana. Un fracaso.
El que quiere algo, algo le cuesta y a mi me cuesta más de lo que quiero últimamente, no se si será mejor que el viento moldee a su manera, o contraponerme a su camino. No me gusta el viento, pero tenemos algo en común, su asociación con la locura, pues mis vientos son los vientos que acompañan a las tormentas de verano, pasan rápido, pero dejan destrozos imperecederos, como si se fundiese el sol, sin vuelta de hoja.
Dispuesto a proponer algo más, la meditación de recordar los no recuerdos, me confunden. Provocan en mi una sensación de pez en una pecera, rodeada de mar, así que para agravar las cosas, es mejor que empeoren solas, así nadie tiene la culpa directamente, porque indirectamente la tenemos todos. En todas las acciones que hagamos o pensemos, sean buenas o sean malas, en algún lugar del sistema solar, repercutirá un futuro.

viernes, 7 de enero de 2011

Extracto de "Sentidos".

Pobre de mis oidos, podrían estar limpios de cera, pero cochambrosos de palabrejas que entran por uno, y salen por la boca, en forma de antipatía. No lo voy hacer, me es ecuánime, (esta palabra la aprendí hace años y esta es la primera ves que le daré un uso ejemplar, pese a que no sea el correcto ni apropiado, pues mi opinión me lleva mas haya de la indiferencia) si no lo hago no moriré mañana, creo que, hay causas como para plagar un cerebro de ellas y si lo hago tampoco viviré más años, lo cual me alegra no tener que existir tanto. Existir, es lo último que se hace en la vida, después de vivir, porque vivir, tanto como vida en sí como palabra, están muy sobrevaloradas, y junto con los prejuicios, están a la orden del día.

Pasos de farolas.

En esos momentos de vigilia, donde la única luz se transmite de un cuerpo no luminiscente, cualquier ruido puede convertirse en una orquesta; el pisar de los pies, el gabinete del ascensor, el televisor del vecino, la puerta del portón, la entrada y salida de molestosos coches, las continuas voces del resto de la gente, que pasan la tarde en el bar de enfrente: Los individuos que no vuelven a sus casas. Quizás estas aceras mugrientas de la falta de limpieza,(algo que es propio en un barrio donde los vecinos tienen un sucio nivel de economía) son, su estancia.

Distracciones exactas.

Entré, y me acomodé de la forma que no me incitaron a hacer, como si fuese el individuo que cargaba con más años a la espalda, pero era todo lo contrario, no obstante si acarreaba otro tipo de años, años con más días de los que vemos pasar. A los cinco minutos en el interior y de intensa y sincera charla desconecté cerebral y audiovisualmente al asunto cuando fijé la mirada en las lustres vistas de la ventana, que no era más que otro par de ventanas del edificio (donde probablemente habría otras personas en mi caso que miraban fuera, ojeando otros interiores de los ventanales y pensarían lo mismo que yo, como pasa en la carretera, en el barrio, el supermercado y otros tantos sitios) y un patio privado para las palomas, pues en ninguna de mis visitas desde la infancia a otras salas con cristalera al patio, había visto siquiera una persona pisar la zona, ni de alguna empresa de mantenimiento para arreglar un casual desperfecto.
Manteniendo al hilo el interés, las losetas del suelo fueron el final de cualquier posible atención a la conversación. Las recontaba una y otra vez figurando las que estaban tapadas por trastos, muebles de oficina y mesas-despacho. Calculaba el número de losetas necesarias de una medida mayor, menor, diferente forma geométrica, y eso que no sé mucho de matemáticas, aunque no estoy seguro si esto es un problema matemático.
Después de una prolongada mañana salí, desconcertado de las horas pasadas dentro. Nada de lo que veía era cierto, nada de lo que sentía era real, excepto la confusión, evocada por la extrapolación a un mundo paralelo de mi percepción.
Así cuando me pregunten sobre el encuentro diré algunas palabras más aparte de no sé y similitudes escasas de contenido, pero estaré satisfecho. Puede salir en el telepronter todo lo que le sea posible, que yo conozco las líneas exactas.