lunes, 1 de septiembre de 2014

Ciclo

Mala hierba nunca muere, puede que sea cierto. Igual que la ley de la conservación de la materia, porque pasé de ser el césped que se marchita en verano, a un girasol. ¿Qué tienen de bonito los  girasoles? realmente no hay (si lo hay) nada más bonito que un campo de girasoles, pero mi gusto va más allá del sentido visual; el mensaje que puedes transmitir, la simbología, como hizo Vang Gogh, es sorprendente. Pero no es esto a dónde yo quería llegar. La pregunta correcta sería, ¿Por qué un girasol? Porque los girasoles, como irrebatiblemente indica su nombre, giran buscando la luz del sol, como fuerza de admiración. Sin Sol los girasoles sería gira-nada (podrían volverse locos con lo vacío que está este planeta, pero hablando claro, vacío no es lo mismo que nada), no existirían tal como los conocemos, y finalmente,  sólo quedaría el drástico e inevitable ciclo de la vida, acabar siendo mala hierba, que crece entre asfalto.
Dónde quería escribir dos líneas, acabó en el primer párrafo más largo que posiblemente haya escrito. No me detengo a poner las comas, ni a corregir las faltas. No me molesto en saber que palabras llevan tilde diacrítica,  en saber si mantengo la coherencia palabra tras palabra, porque yo la perdí por completo. Dejo que salga solo, igual que girarle a mi Sol. Cierro los ojos y tengo su brillo dentro de mis párpados, los cierro aún más fuerte, y me aparece en el lóbulo frontal izquierdo, paseándose en libertad, en su espacio, en su universo. 
Quién me iba a decir, que después de renunciar a mi vía de escape de hace años, que daba por inútil, sea ahora mismo una gota de agua que me quito del pecho, que es un océano. Quién me iba a decir que unos ojos me inspirarían para hacer lo que otros me quitaron.
Quién me iba a decir, que giraría entorno a ella. Inevitablemente, el ciclo de la vida