viernes, 11 de mayo de 2012

Roberto Bernardi.

Cuando la conciencia me roba el sueño, salgo al balcón, sin importar la hora que sea y me gano el frío.
Me embolso el frío, el infierno, quizás el tiempo perdido, no lo sé. Hay horas claves, que mi cabeza no procesa con claridad o no procesa directamente, sólo enfoca distintos puntos visuales como un Picasso, pero realista como Courbet.
Vuelvo al mueble del reposo por excelencia, espacio de alegría, halagos (aunque no me los creo, cuando soy el receptor) y dejo de tachar días y analizar ojeras. Sólo aprovecho al máximo la  compañía.
Fundiéndonos como el Jazz, hasta que salga el sol o la luna.