domingo, 7 de septiembre de 2014

Quiero

Si tuviese que resumir el sentido o el conocimiento de la vida de mis 23 años, la frase adecuada sería: Soy feliz desde que sé que los gatos suspiran.
Quiero que se entere todo el mundo, pero a la vez que lo sepa nadie, la quiero para mi. Quiero que sea mi secreto con el universo, que el cielo deje de ser el límite.
Quiero llamarla para matar la tarde juntos, esperarla por sorpresa en su portal, sonreírle, que me sonría, congelar esos segundos que se va acercando poco a poco hacía mi. Lo imagino y se me sale el corazón de casa, porque en mi pecho ya no vive, flota a mi alrededor con la alegría de la inocencia.
Quiero cogerla de la mano y no soltarla nunca, pero también quiero verla como se va, decir: se está marchando y ya la echo de menos.
Quiero que me mire a los ojos y no tenga que pronunciar palabra, hablar con el alma, pero sería inevitable, porque toda mirada iría ligada de un “amor” o un querido “bonita”, que saldría entre suspiros de mi boca. Quiero sentir sus labios como el frío en la piel, real como el dolor físico, eterno como el dolor psíquico. Quiero que sus labios sean míos, y no hay símil posible que se asemeje a mis deseos
Quiero que me maúlla al oído, que sus palabras de amores sean la razón por la que palpita mi corazón,  y que sus gemidos de placer sean la banda sonora de cada segundo de mi vida.
Quiero que sea lo último que vea al cerrar los ojos, saber que puedo sentir su respiración mientras duermo.
Quiero que sea mi sol en Oriente.