martes, 26 de abril de 2011

Secretaria subvencionada.

Hacia tiempo, diría casi un año, por unos días, que no miraba el móvil con tanta curiosidad. Sólo cambio el tono del susodicho cuando lo renuevo, dígase cuando lo pierdo, como en verano o el mítico fin de año. A pesar de retumbar la misma tabarra de sonido, sentí en el aire, en mí, la exclusiva e individual singularidad del remitente. Tanto realce por una llamada tecnológica me parece hasta excesivo, pero cuando le ponemos cara a las señales y a las ondas, todo nos puede.
Maldita sea el momento en que solté el libro y cogí la rata vibrante. Parecía una videollamada, como las que me he imaginado con mi madre cuando alguno de los dos viva lejos de aquí, o los dos vivamos lejos. Patético, me puse hasta nervioso, no podía mirarla a la cara, ni a los ojos, esos ojos de los que tanto hablé, que tanto escribí.
Teníamos contacto, pero no para que me llamase (contadas veces) a no sé qué hora, y a contarme no sé qué cosa, que no pintaba nada bien.
Acabe por colgarle, y rebobine los pasos. Solté la cucaracha, retome el libro por la página que iba y volví a tirarme en la cama, como a quien le dan un masaje. De repente estaba en otro lado, al sol y con gente. Ahí me di cuenta de que el sueño había perdido la conexión, y al rato me desperté (ya sabéis como son mis noches). Para una madrugada que me adormecí tan rápido y me entran esos pájaros en la cabeza.
Que listo es el subconsciente, gracias, como si me hubiese olvidado de algún aniversario. No hacia falta recordármelo, que de la vida y de sus hazañas me acuerdo sólo.
Un gran amigo, opuesto en este sentido (en casi todos los sentidos), me dice que todavía tengo algo que compartir con ella, y cosas así, románticas y empalagosas. Sólo una vez le dije, y sólo una vez estuvimos de acuerdo en que, no es que la quiera, es que el segundo amor no se olvida. Respondió rápido la duda de el porqué el segundo, y le dije que el primero, es la madre que nos cuida, o nos cuidaba.
Faltan un par de días aproximadamente, para ser casi exactos. Todavía cae alguna señal más, como que me quieran regalar un gato. Ahora, estoy buscando por la red como desarrollar la inteligencia, para que me avise de los exámenes y de las citas al médico también, que siempre he sido alguien despistado. Felicidades.