lunes, 9 de mayo de 2011

Habilidades mentales.

La hora del móvil marca las cinco en punto de la tarde. Dos minutos más que la hora del transporte público, por el contrarreloj y todo eso. El reloj del coche indica las cinco y diez minutos. Diferencia notable. Quizás está más adelantado para no meter prisas en la carretera. Sería un buen método de atención al tráfico, pensadlo, porque gracias a ello, hoy he llegado a clase más temprano de lo normal.
Ahora es cuando los minutos se hacen eternos al sol y al frío, en estos momentos de ausencia, de fuera de cobertura. Quizás sea yo sólo. quizás no. Quizás, probablemente, tal vez… maldita la hora en que descubrieron el gris. Desde entonces todo tiene que cambiar, a todo le influye la posibilidad de transformar su esencia sólo porque se puede hacer. Gracias al término medio, han caído literales los términos en general. Ha roto la firmeza ideal de cualquier insólito ser, para crear dudas, y barajar, como un juego de naipes, cartas de mismo palo y valor numérico. Superfluo.
Os diré la verdad, estaba observando las matriculas de los coches visibles, y las neuronas como independientes y responsables que son, hacen todo mi trabajo mental, hasta el que no deberían de hacer. ¿Cómo llegué a liarme con el gris y su extrapolación a la oscilación personal?, no lo entiendo, pero, lo poco que sé es que, los minutos si se hicieron eternos porque son las cinco y tres y las cinco y trece minutos, respectivamente.
Escasos minutos faltan para que comiencen las susodichas, mientras, entro en el campus a esperar sentado en el banco mas cercano de la puerta principal. Sé lo que toca ahora, sacar un cigarrillo y mato dos pájaros de un tiro; a mí y el tiempo.