En esos momentos de vigilia, donde la única luz se transmite de un cuerpo no luminiscente, cualquier ruido puede convertirse en una orquesta; el pisar de los pies, el gabinete del ascensor, el televisor del vecino, la puerta del portón, la entrada y salida de molestosos coches, las continuas voces del resto de la gente, que pasan la tarde en el bar de enfrente: Los individuos que no vuelven a sus casas. Quizás estas aceras mugrientas de la falta de limpieza,(algo que es propio en un barrio donde los vecinos tienen un sucio nivel de economía) son, su estancia.
Blog dedicado a plasmar cosechas de la vida en los momentos menos esperados o inspirados.
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